La violencia normalizada: La sombra que ya no nos conmueve

La violencia normalizada: La sombra que ya no nos conmueve

¿Todo se bota? cultura descarte emocional

Por Rut Laybelis Encarnacion Genao, Psicóloga Clínica,
MA en Psicología Criminal con especialidad en Psicología Forense

Vivimos en un país rodeado de noticias que deberían rompernos el corazón, pero a las que muchas veces nos acostumbramos con un reflejo adormecido: violaciones grupales, agresiones sexuales, feminicidios, violencia de género. En República Dominicana, estos actos no solo ocurren con frecuencia, sino que, de tanto repetirse, algunos comienzan a verlos como “parte del paisaje”. Esa normalización es peligrosa, porque apaga la indignación, reduce la urgencia de actuar, y permite que la violencia siga impune.

Datos que alarman

Las estadísticas no mienten. Entre 2020 y 2024, se registraron 341,896 casos de violencia en República Dominicana, de los cuales más del 75 % están relacionados con violencia de género o intrafamiliar. En 2024 específicamente, las fiscalías reportaron 66,950 denuncias de violencia de género e intrafamiliar, incluyendo 7,206 denuncias por delitos sexuales. Además, se documentaron cerca de 9,850 personas que denunciaron agresiones sexuales entre 2017 y 2022.

Pero estos datos son solo la punta del iceberg: muchas víctimas no denuncian por miedo, vergüenza, desconfianza en las autoridades, o porque creen que “no servirá de nada”.

La normalización no surge de la nada. Hay varios factores entrelazados:

  1. Cultura machista estructural

En muchas comunidades se enseñan ideas como que el hombre tiene derecho de dominio, que la mujer debe tolerar, callar o ajustarse, que “mapear lo que viste” o “qué horas vuelves” son codes de conducta normales. Janet Camilo, ex-Ministra de Mujer, afirmó que “vivimos en una sociedad eminentemente patriarcal donde la cultura machista se impone con uno de los principales rasgos, el dominio a la mujer”. Periódico EL JAYA

  1. Daños simbólicos invisibilizados

Las violaciones grupales u otros abusos extremos a menudo aparecen en medios sensacionalistas, sin enfoque educativo ni preventivo. Se reportan como sucesos aislados, pero no se articulan como parte de un problema mayor. A esto se suma la impunidad o la lentitud judicial, que alimenta la percepción de que “esto pasa pero no pasa nada”.

  1. Desconfianza institucional

Las víctimas que logran denunciar enfrentan barreras: falta de protección efectiva, lentitud de los procesos, estigmatización, falta de sensibilidad. Eso desalienta a otras víctimas a alzar la voz.

  1. Exposición mediática sin contexto

Redes sociales, noticias, e incluso entretenimiento pueden reproducir el abuso, la exposición sexual, el lenguaje degradante, sin una mirada crítica. Eso contribuye a que ciertos tipos de violencia se perciban como normales o inevitables.

Efectos de vivir en la normalización
  • Desensibilización emocional: Ver muchos casos, leer titulares frecuentes, puede hacer que el sufrimiento ya no provoque indignación ni empatía como antes.
  • Silencio y culpabilización de las víctimas: “¿Por qué no denunció?”, “¿qué estaba haciendo ahí?”, “la ropa”, “ella lo provocó” — frases que culpan a quien sufre en lugar de al agresor.
  • Menor prevención: Si la sociedad no ve la urgencia, se invierte menos en educación, en protocolos escolares, en atención psicológica.
  • Reproducción intergeneracional: los jóvenes que crecen en entornos donde la violencia no se denuncia o se justifica, lo interiorizan como normal y pueden replicarlo.
¿Cómo reconocer que algo ha dejado de ser solo noticia y se ha convertido en parte de la normalidad?
  • Si reacciona con indiferencia ante noticias de violaciones grupales o agresiones sexuales.
  • Si hay frases comunes que justifican o minimizan al agresor (“era la fiesta”, “estaban tomando”, “ella lo buscó”).
  • Si no se exige rendición de cuentas: no hay procesos judiciales, muchas denuncias paralizadas, pocos avances visibles.
  • Si las chicas y chicos no reciben educación integral en colegios, comunidades ni familia sobre consentimiento, derechos, empatía.
¿Qué hacer para revertir la normalización?

Educación temprana con perspectiva de género

Incorporar programas en la escuela (y en la casa) que enseñen respeto al cuerpo, consentimiento, igualdad de derechos, comunicación emocional. No esperar que los jóvenes “ya saben” o que los adultos cambien solos.

Medios de comunicación responsables

Que los medios no solo informen del hecho, sino que pongan contexto: hablamos de patrones, damos recursos, visibilizamos justicia, entrevistamos expertos, damos voz a víctimas. Evitar el sensacionalismo que re-victimiza.

Fortalecer instituciones y hacerlas accesibles

Procuraduría, jueces, policía, servicios de atención psicológica deben tener protocolos sensibles al género, capacitando a su personal, garantizando que las víctimas puedan denunciar sin ser juzgadas. Que haya protección real, no sólo promesas.

Movilización social: romper el silencio

Organizaciones comunitarias, iglesias, líderes sociales, jóvenes activistas pueden generar espacios de denuncia, de apoyo, de memoria. Cada vez que alguien habla públicamente se quiebra la ilusión de que “esto no pasa” o “a mí no me toca”.

Apoyo psicológico y acompañamiento a víctimas

Reconocer el trauma, asegurar acceso a salud mental, seguridad, redes de apoyo. Que la víctima no esté sola. La sanación es parte importante para que el ciclo se rompa.

Lugares para denunciar
  1. Ministerio Público (Fiscalía de Niños, Niñas y Adolescentes o Fiscalía Ordinaria) Puedes acudir directamente a la fiscalía de tu provincia. Allí reciben denuncias de violencia sexual, física y psicológica.
  2. Policía Nacional (Departamento de Atención a Víctimas de Violencia de Género, Intrafamiliar y Delitos Sexuales) Llamar al 809-682-2151 o acudir al destacamento más cercano.
  3. Línea Vida – Ministerio de la Mujer. Teléfono gratuito: 809-200-1202 (desde el interior sin cargos).  Ofrece apoyo psicológico, orientación legal y acompañamiento.
  4. Procuraduría General de la República – Dirección Contra la Violencia de Género Línea directa: 809-533-3522 ext. 221.
  5. CONANI (Consejo Nacional para la Niñez y Adolescencia) Para casos donde las víctimas son menores de edad. Teléfono: 809-567-2233.
  6. Oficinas Provinciales del Ministerio de la Mujer. Disponen de Casas de Acogida y asistencia legal y psicológica.

La violencia en República Dominicana no es un problema lejano ni aislado, está demasiado cerca y se ha vuelto parte de una peligrosa normalidad; cuando dejamos de conmovernos frente a tragedias como las violaciones grupales o los feminicidios, comenzamos a justificar lo injustificable y perpetuamos un ciclo de silencio y dolor; romper con esta indiferencia requiere valentía colectiva, compromiso institucional y voluntad social para educar, denunciar y actuar, porque cada voz cuenta y cada acción es necesaria para impedir que la violencia siga siendo solo un titular pasajero

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