Por Rut Laybelis Encarnacion Genao, Psicóloga Clínica,
MA en Psicología Criminal con especialidad en Psicología Forense
La ansiedad y los ataques de pánico son términos que muchas veces se utilizan indistintamente, generando confusión tanto en el lenguaje cotidiano como en la comprensión clínica. Aunque ambos implican respuestas intensas del cuerpo y la mente ante una amenaza, sus orígenes, duración e intensidad varían considerablemente. Comprender estas diferencias es esencial para el autocuidado, la detección oportuna y la intervención adecuada.
¿Qué es la ansiedad? La ansiedad es una respuesta emocional anticipatoria ante una amenaza futura. Como explica Daniel Goleman, autor de La inteligencia emocional, «la ansiedad es una emoción fundamental que nos prepara para enfrentar un peligro potencial, activando mecanismos de alerta en el cerebro, principalmente en la amígdala» (Goleman, 1995). Esta emoción se vuelve problemática cuando es persistente, excesiva y desproporcionada frente al estímulo que la genera.
Ahora definamos ¿Qué son los ataques de pánico? Un ataque de pánico es una reacción abrupta, intensa e inesperada de miedo o malestar extremo que alcanza su punto máximo en pocos minutos. A diferencia de la ansiedad, que puede desarrollarse gradualmente, el ataque de pánico aparece de forma repentina y, en muchos casos, sin un desencadenante claro.
Mito | Realidad |
Ansiedad y ataque de pánico son lo mismo. | Son distintos en intensidad, duración, síntomas e inicio. |
Los ataques de pánico son mortales. | No lo son, aunque los síntomas se sientan como un infarto. |
La ansiedad es señal de debilidad. | Es una emoción básica del ser humano; todos la experimentamos en algún momento. |
Siempre hay una causa para un ataque de pánico. | Muchas veces aparecen sin un desencadenante evidente. |
Según el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), los ataques de pánico pueden formar parte de varios trastornos, como el trastorno de pánico, fobia social o trastorno de ansiedad generalizada.
Criterio | Ansiedad | Ataque de Pánico |
Definición | Respuesta emocional ante una amenaza futura o anticipada. | Episodio agudo de miedo intenso y repentino, con síntomas físicos marcados. |
Inicio | Gradual y sostenido en el tiempo. | Súbito, alcanza su pico en minutos. |
Duración | Puede durar días, semanas o ser crónica. | Dura entre 5 a 30 minutos aproximadamente. |
Síntomas | Preocupación, tensión muscular, fatiga, insomnio, dificultad para concentrarse. | Palpitaciones, sudoración, falta de aire, temblores, miedo a morir o perder el control. |
Causa aparente | Suele haber un detonante claro o acumulación de estrés. | Puede aparecer sin causa aparente o contexto identificable. |
Frecuencia | Constante o recurrente según el entorno y pensamientos. | Esporádico o repetitivo si forma parte del trastorno de pánico. |
Impacto funcional | Interfiere en el rendimiento diario y calidad de vida si no se regula. | Puede generar miedo al miedo (ansiedad anticipatoria) y evitación de lugares. |
Percepción de control | La persona generalmente se siente ansiosa pero con algo de control. | Sensación de pérdida total de control o muerte inminente. |
Relación con el cuerpo | Activación fisiológica moderada (nerviosismo, malestar físico). | Alta activación física intensa y abrupta. |
Tratamiento recomendado | Psicoterapia (TCC), mindfulness, cambios en el estilo de vida. | Psicoterapia (TCC), técnicas de grounding y, en algunos casos, medicación. |
Daniel Goleman destaca que el manejo emocional no consiste en suprimir las emociones, sino en aprender a reconocerlas, nombrarlas y regularlas. Técnicas como la respiración diafragmática, el mindfulness y la reestructuración cognitiva permiten reducir la intensidad de la ansiedad y prevenir ataques de pánico.
El tratamiento puede incluir:
- Psicoterapia (principalmente TCC)
- Técnicas de relajación
- Medicación en casos moderados o graves
- Cambios en el estilo de vida (sueño, ejercicio, alimentación)
Distinguir entre ansiedad y ataque de pánico permite actuar con mayor conciencia y evitar juicios erróneos. Educarse sobre estas condiciones, desmitificarlas y buscar ayuda profesional son pasos clave para cuidar la salud mental.
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