Por J. Luis Rojas
lrojas50@hotmail.com
La expansión descontrolada de motocicletas en las provincias y municipios de la República Dominicana está generando consecuencias negativas comparables —e incluso superiores— a las de una pandemia. En este contexto, preocupa profundamente que cada vez sean más los efectos adversos derivados del uso irresponsable e irracional de cientos de miles de motocicletas, muchas de ellas en manos de ciudadanos carentes de formación en educación vial.
Pese a la gravedad de la situación, las autoridades del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT) —entidad pública responsable de garantizar un desplazamiento seguro y fluido por calles, avenidas y autopistas del país— no parecen estar en capacidad de frenar la proliferación sostenida de motocicletas.
Según diversas investigaciones, la proliferación de motocicletas representa un medio de subsistencia para miles de dominicanos. Sin embargo, esta compleja realidad se ha convertido en un factor de caos, riesgo y desorden. Su crecimiento exponencial, desregulado y socialmente costoso ha dado lugar a lo que podría denominarse la pandemiamotor: un fenómeno que, al igual que una pandemia, se expande sin control, afecta múltiples sistemas y exige una respuesta institucional urgente, efectiva e integral.
Cifras que alarman
La plataforma Copilot de Microsoft presenta datos preocupantes sobre el crecimiento descontrolado del parque motociclista en la República Dominicana. Entre ellos resaltan:
- Más de 3.2 millones de motocicletas registradas en 2024, lo que representa el 56.5 % del parque vehicular nacional.
- El 73 % de las muertes por accidentes de tránsito involucran motociclistas.
- En 2024 se registraron 3,114 muertes viales, de las cuales el 68 % fueron causadas por motocicletas.
- El Hospital Darío Contreras atendió 11,766 lesionados por accidentes de moto, con gastos diarios que superan los RD$ 4 millones.
- El 92 % de los ciudadanos considera que las motocicletas representan un riesgo vial, y el 94 % opina que no respetan las normas de tránsito.
Estos datos constituyen una evidencia contundente del crecimiento sostenido —y de los efectos adversos— del parque motociclista en el territorio nacional entre 2014 y 2024. La situación refleja una expansión sin freno ni regulación proporcional, con implicaciones graves para la seguridad vial y la salud pública.
¿Qué es la “pandemiamotor”?
Desde el punto de vista gramatical, el término pandemiamotor no figura en ningún diccionario. Sin embargo, para los fines del presente artículo, se emplea como metáfora para describir un fenómeno que ha ido creciendo de manera acelerada —como verdolaga— sin recibir la atención debida por parte de las entidades gubernamentales ni del sector empresarial.
En esencia, “pandemiamotor” combina dos conceptos:
- Pandemia, entendida como una expansión rápida, difícil de contener, con efectos multisectoriales.
- Motor, símbolo de impulso, pero también de velocidad, ruido y transgresión normativa.
En este contexto, “pandemiamotor” simboliza un fenómeno que combina informalidad, violencia vial, presión hospitalaria, evasión fiscal, analfabetismo vial y deterioro urbano. No se trata únicamente de personas conduciendo motocicletas de forma temeraria e irresponsable: se trata de una crisis estructural que impacta la salud, la seguridad, la economía y la convivencia social.
Parecería que el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT), las entidades gremiales del sector empresarial y la ciudadanía no se han detenido a analizar los efectos negativos —a corto y mediano plazo— que se desprenden de la proliferación sin control del parque motociclista. ¿Cuándo los motoristas entenderán que la prisa no justifica el peligro?
En la República Dominicana, muchos motoristas circulan como chivos sin ley: irrespetan los semáforos, desafían a los agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT), transitan en vías contrarias, rayan y abollan vehículos, entre otras infracciones que superan el nivel de simples travesuras.
Cabe preguntarse: ¿cuándo el director general del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT), el ingeniero eléctrico Milton Morrison, asumirá el control efectivo sobre la conducta inadecuada de los motoristas dominicanos?
La “pandemiamotor” representa mucho más que el 56.5 % del parque vehicular nacional.
Es reflejo de una profunda debilidad institucional, una informalidad estructural persistente y un abandono sistemático de la protección ciudadana. Las provincias dominicanas y sus respectivos municipios están saturados de motocicletas, muchas de ellas conducidas por ciudadanos que carecen de educación vial y respeto por la convivencia social.
Efectos negativos de la “pandemiamotor”
Los efectos que provocan la presencia y uso excesivo de motocicletas, al margen de un régimen efectivo de consecuencias, está incidiendo negativamente en áreas sustanciales del desarrollo integral de la sociedad dominicana. En este orden, existen fuentes como Copilot que hace referencia a las siguientes:
- Salud pública: saturación hospitalaria, traumas permanentes, costos millonarios.
- Seguridad ciudadana: uso de motocicletas en actos delictivos, falta de identificación.
- Desorden urbano: ocupación de aceras, violación de normas, contaminación sonora.
- Economía informal: delivery y motoconcho sin regulación ni protección laboral.
- Educación vial deficiente: licencias sin formación, desconocimiento de normas, entre otros ámbitos sociales y económicos.
¿Qué hacer?
Resulta absurdo suponer que las autoridades del INTRANT y la DIGESETT puedan regular el uso irracional y caótico de más de tres millones de motocicletas que circulan a lo largo y ancho de la República Dominicana mediante operativos aislados y súplicas a una supuesta e inorgánica Federación Nacional de Motoconchistas (FENAMOTO) para que actúen con prudencia y respeten las normas de tránsito.
Enfrentar de manera efectiva la conducta inadecuada de los motociclistas exige la formulación e implementación de políticas públicas integrales, sostenidas y articuladas con todos los actores institucionales. En este sentido, entre las medidas que se han sugerido para combatir los efectos derivados de la “pandemiamotor” dominicana, figuran las siguientes:
- Registro obligatorio y visible de motocicletas.
- Licencias con formación certificada.
- Fiscalización del uso de cascos homologados.
- Campañas educativas desde las escuelas públicas y colegios privados.
- Reformas legales y sanciones efectivas.
- Integración de motociclistas al sistema formal.
En resumidas cuentas, al ritmo que avanzan las autoridades del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT) y la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT), resulta casi imposible detener la expansión sistemática y descontrolada de la denominada “pandemiamotor” en las distintas localidades de la República Dominicana.
La conducta irresponsable de muchos motociclistas está impactando negativamente la salud pública, la seguridad ciudadana, el orden urbano, la economía formal y la imagen pública internacional del país. El momento es ahora; mañana puede ser demasiado tarde para implementar mecanismos efectivos que regulen el uso irracional y la expansión desorganizada de motocicletas en las zonas más remotas de la República Dominicana.

