Día de prevención del embarazo en adolescentes: Una mirada desde la realidad dominicana

Día de prevención del embarazo en adolescentes: Una mirada desde la realidad dominicana

¿Todo se bota? cultura descarte emocional

Por Rut Laybelis Encarnacion Genao, Psicóloga Clínica,
MA en Psicología Criminal con especialidad en Psicología Forense

Cada 26 de septiembre se conmemora el Día de Prevención del Embarazo en Adolescentes, una fecha que invita a reflexionar sobre los retos que enfrentan miles de jóvenes y la necesidad de construir un futuro con más oportunidades, derechos y dignidad.

¿Qué es el embarazo a temprana edad?

El embarazo adolescente se refiere al embarazo que ocurre en mujeres menores de 20 años, particularmente entre los 10 y 19 años. Este fenómeno suele estar ligado a:

  • La interrupción de la educación formal.
  • La vulnerabilidad social y económica.
  • Las uniones tempranas, que muchas veces conllevan desigualdades de poder y riesgos de violencia.

Más allá de la dimensión médica, el embarazo adolescente representa un desafío en términos de desarrollo humano, derechos y equidad de género.

Aunque se han logrado avances, las cifras siguen siendo preocupantes:

  • 77 nacimientos por cada 1,000 adolescentes (15-19 años): tasa de fecundidad adolescente en RD (UNICEF).
  • 4,484 embarazos adolescentes en el primer trimestre de 2024 (ONE).
  • 4,286 embarazos adolescentes en enero-marzo de 2025, una reducción de 4.42 % respecto a 2024 (Diario Libre).
  • 23,070 nacimientos en adolescentes en 2023, una baja de 9.5 % frente a 2022 (CONANI).
  • 1 de cada 5 adolescentes dominicanas ya son madres o están embarazadas (UNICEF).

El embarazo en edades tempranas trae múltiples consecuencias, que se extienden más allá del ámbito sanitario. Podemos agruparlas en sociales, psicológicas y económicas.

Sociales
  • Interrupción de los estudios. Muchas adolescentes embarazadas abandonan la escuela, lo cual limita su nivel educativo, reduce sus oportunidades laborales y perpetúa ciclos de pobreza.
  • Estigmatización y aislamiento. En muchos casos, la juventud embarazada sufre rechazo social, discriminación, pérdida de redes de apoyo, lo que puede afectar sus relaciones familiares, amistad, comunidad.
  • Relaciones de poder desiguales. Las uniones tempranas muchas veces implican que la pareja tenga mucha mayor edad, lo que agrava vulnerabilidades en cuanto al poder de decisión, consentimiento, violencia de género, y control sobre su propia sexualidad y decisiones reproductivas.
Psicológicas
  • Estrés, ansiedad y depresión. El embarazo no planificado en la adolescencia suele generar una carga emocional alta: preocupaciones por el parto, la crianza, la aceptación familiar, los cambios corporales, responsabilidades inesperadas.
  • Baja autoestima. La adolescente puede sentir culpa, vergüenza, inseguridad sobre su rol como madre, su capacidad de cuidar, o temor al juicio de otros.
  • Relaciones interpersonales tensionadas. Puede afectar la relación con los padres, compañeros, amistades, pareja; también el establecimiento de metas personales y planes de vida puede verse comprometido.
Económicas
  • Costos directos e indirectos para la joven y su familia. Atención prenatal, parto, cuidados del recién nacido, posibles complicaciones de salud, medicamentos, transporte, etc.
  • Pérdida de oportunidades laborales. Al abandonar estudios, la adolescente tendrá más dificultades para acceder a trabajos bien remunerados y tendrá menor preparación para el mercado laboral.
  • Impacto en la economía nacional. Los embarazos adolescentes generan mayores cargas para los sistemas de salud, educación y bienestar social, al tener que invertir en servicios adicionales, programas de apoyo, y al disminuir el capital humano potencial.
¿Cómo prevenirlo?

La prevención del embarazo adolescente requiere un enfoque múltiple, integral, que tome en cuenta factores educativos, de salud, culturales, familiares y comunitarios. Estas son algunas estrategias efectivas:

Primero la educación sexual integral (ESI). Proveer a adolescentes información clara, realista y basada en evidencia sobre sexualidad, métodos anticonceptivos, consentimiento, relaciones saludables, derechos sexuales y reproductivos.

Segundo el acceso a servicios de salud reproductiva. Clínicas y centros de salud que ofrezcan métodos anticonceptivos seguros, orientación prenatal y posnatal, pruebas de ITS, servicios amigables para adolescentes que garanticen confidencialidad y respeto.

Tercero empoderamiento y proyecto de vida. Es fundamental que las adolescentes tengan la oportunidad de definir metas personales, educativas y laborales, contando al mismo tiempo con el apoyo necesario para alcanzarlas.

En este sentido, una de las iniciativas más visibles y prometedoras es el programa Club de Chicas, implementado por la Dirección de Desarrollo Social Supérate, en colaboración con UNICEF, KOICA y otras entidades aliadas. Este programa tiene como objetivo prevenir las uniones tempranas y el embarazo en adolescentes, al mismo tiempo que fortalece su autoestima, promueve la construcción de un proyecto de vida, defiende los derechos de niñas y adolescentes.

Cuarto la participación familiar y comunitaria. Involucrar a padres, madres, tutores, líderes comunitarios. Fomentar espacios de diálogo, romper tabúes, promover la equidad de género, salud emocional, valores de respeto.

Quinto las políticas públicas coherentes. Leyes y normativas que protejan derechos, que prevengan las uniones tempranas, que regulen la edad mínima para consentimiento, que aseguren recursos para programas de prevención.

Sexto reducir desigualdades territoriales y socioeconómicas. Especial atención a zonas rurales, comunidades marginadas, personas en situación de pobreza o vulnerabilidad para asegurar que el acceso a la información, servicios y oportunidades sea equitativo.

Prevenir el embarazo adolescente es una responsabilidad compartida: de las familias, las comunidades, las instituciones educativas, los sistemas de salud y el Estado. Cada acción que se toma hoy desde brindar educación sexual integral, garantizar acceso a servicios de salud amigables, hasta fortalecer la autoestima y los proyectos de vida de las adolescentes es una semilla que se siembra para un futuro más seguro, saludable y lleno de oportunidades.

El 26 de septiembre nos recuerda que no se trata solo de cifras, sino de vidas, sueños y derechos. Cada adolescente tiene derecho a decidir sobre su cuerpo, su educación y su futuro. Apostar por su desarrollo es apostar por un país más justo, con jóvenes capaces de cumplir sus metas y contribuir plenamente a la sociedad. La prevención del embarazo adolescente no es solo un objetivo de salud pública: es una inversión en esperanza, dignidad y progreso.

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