Con la llegada del verano y el aumento de las temperaturas, la hidratación se convierte en un factor clave para mantener la salud y el bienestar. Los expertos en nutrición y salud pública coinciden en que beber agua de manera regular no solo ayuda a combatir el calor, sino que también favorece el correcto funcionamiento del organismo.
Según diversas investigaciones, el agua interviene en procesos vitales como la regulación de la temperatura corporal, la digestión y la eliminación de toxinas. En jornadas de altas temperaturas, la pérdida de líquidos por sudoración es mayor, lo que incrementa el riesgo de deshidratación, especialmente en niños y personas mayores.
Además, la ingesta de agua se asocia con un mejor rendimiento físico y mental. Estudios recientes destacan que una adecuada hidratación contribuye a mantener la concentración, mejora el estado de ánimo y reduce la fatiga. Asimismo, quienes consumen suficiente agua suelen controlar mejor su apetito, lo que favorece hábitos alimenticios más equilibrados durante la época estival.
Se recomienda consumir entre 1.5 y 2 litros de agua al día, ajustando la cantidad según la edad, la actividad física y la exposición al calor. También es importante recuerdar que las bebidas azucaradas o alcohólicas no sustituyen al agua, y que frutas y verduras frescas, como la sandía o el pepino, son aliados perfectos para complementar la hidratación.
Beber agua en verano no es solo una recomendación, sino una necesidad para garantizar energía, vitalidad y salud a lo largo de la temporada más calurosa del año.
